"Uno puede estar en una reunión social y permanecer en silencio. Muchos llegarían a pensar que uno es un perfecto idiota. También tiene uno la posibilidad de largarse a hablar y despejar todo tipo de dudas."
Groucho Marx

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Extraña pareja recurrente

Como en todas las navidades cada año reaparece esta pareja  dicotómica: Niño Dios o Papá Noel.

Yo me quedo con el niño. Con ese nacimiento
que se repite cada 365 días y que encierra una metáfora:  cada uno de nosotros experimenta un renacer, y saca, por unos días, a relucir sus mejores virtudes. Aquellas que remiten a la infancia, cuando éramos más puros, más inocentes. Mejores.

Papá Noel es, de todos modos, un buen señor gordo que llega con su bolsa de regalos y se introduce por las chimeneas para depositarlos en cada hogar.
Esto explicaría por qué los moradores de muchas casas que carecen de chimeneas, o las tienen, pero angostitas y de zinc no reciben regalos, ya que el gordito no tiene cómo acceder.
Por otra parte debo confesar que la pilcha de Papá Noel, con ese color tan similar a la camiseta de Independiente me produce desconfianza. Sobre todo, considerando (porque juego a dos puntas), que en mi cartita manguera les pido, tanto al niño como a él que Racing vuelva a ser campeón.
Me temo que no me va a complacer nunca.
Para peor no tengo chimenea, y si la tuviera desembocaría en el departamento del 5o B, lo que me acarrearía graves problemas con el vecino habitante de esa unidad a la que llenaría constantemente de humo.
Aprovecho para decir algo más sobre la Navidad, si no les molesta.
Cada año, cuando esta se vislumbra comienzan los festejos.  
Encuentros gastrónomicos, de alto poder manducatorio.
Grupos hay que se reúnen día por medio, o todos los días y se devoran el tiempo que aún falta para el festejo, propiamente dicho. 
Así es que mujeres y hombres engordan por los excesos y se van acercando, solidarios, al nacimiento del niño, cada uno con una especie de embarazo personal. Finalmente la noche de la Navidad sudaremos la gota gordísima enguyendo exquisiteces, rebosantes de calorías, propias del invierno del hemisferio norte. Pagaremos sudorosos otro aspecto de la deuda externa, consistente en acatar las costumbres de nuestros ancestros inmigrantes y tributarémos también a nuestra vieja conocida,  la penetración cultural que tenemos metida hasta el estómago...y hasta el resto de sus conexiones descendientes.

Tan perjudicados como nosotros resultarán los pollos, que en grandes cantidades irán a parar a hornos, parrillas y spiedos. Luego, en la tradicional Misa del Gallo le pediremos perdón a éste por devorarnos su descendencia.

Feliz navidad (pese a lo señalado), tengan las fieles masas  rugientes que no me abandonan.
Los quiero mucho. ¡Salud!                                                                                                    Manuel-

viernes, 10 de diciembre de 2010

"Tócala otra vez Sam"

Hay una primera vez en que el sexo llega a nosotros. Es la muy ansiada concreción del intuido y esperado amor. Luego vendrán la ruptura, la pérdida, el dolor, el duelo.

Pero es tanta la juventud y las ganas de vivir que un día   el amor y el sexo reaparecen con su magia, y comenzamos a perder inocencia y a aceptar y valorar aquella frase que nos resultaba como cínica: “En la variedad está el gusto”
Hoy, pisando la vejez, en ese período de la vida que la sabiduría popular ha dado en denominar “del lobo feroz”, porque andamos tras Caperucita pero terminamos junto a la abuelita, cobra vigencia una nueva y dramática frase:
“En la variedad está el susto”.

Manuel-