"Uno puede estar en una reunión social y permanecer en silencio. Muchos llegarían a pensar que uno es un perfecto idiota. También tiene uno la posibilidad de largarse a hablar y despejar todo tipo de dudas."
Groucho Marx

lunes, 26 de julio de 2010

Sobre ciertos milagros

Hubo milagros de Jesucristo que tuvieron mucha menor difusión y, por ende, trascendencia que LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES Y DE LOS PECES.

Me estoy refiriendo, concretamente, a:
La División de los Vizcochos de Grasa y los Calamares, a La Resta de las Facturas y los Cornalitos y al muy poco conocido y hasta negado por algunos sectores de la grey católica, debido fundamentalmente, a la falta de humildad,  sofisticación y extravagancia que caracteriza a este cuestionado milagro:
LA SUMA DE LAS BOMBITAS DE CREMA PASTELERA Y LOS CABALLITOS DE MAR.
                                                                                                                                            Manuel-

sábado, 24 de julio de 2010

Campañas electorales

Una importante evolución se produjo, al menos, en la gráfica de las campañas políticas a partir de los ‘90.
Hasta entonces los afiches partidarios proponían mejoras y realizaciones para los votantes que, rara vez o, digámoslo, jamás eran cumplidas. A partir de allí estas campañas se limitaron a mostrar las fotografías de los candidatos, por lo que no se generaba margen para reproche alguno, ya que nada prometían. Sobre lo único que cabía opinar era sobre la mayor o menor calidad de los fotógrafos para ejercer la habilidad de conferirles a los rostros de los distintos y múltiples candidatos un aspecto módicamente respetable. En materia opinable se transformaron también los diseñadores que, con esmerado manejo de Photoshop, trucaban ciertas tomas de manera que cualquier cocoliche aparecía pegado junto al personaje más encumbrado del partido, a quien, por supuesto, ni conocían. Pero el más elemental a b c de aquella política les marcaba que convenía estar a su lado  ya que había logrado encaramarse en ese lugar de privilegio por ser el más “ligero para los mandados” de los “militantes”. Estos duros conceptos indicarían que alguna vez haya sido quién los suscribe, partidario del popular: “Qué se vayan todos!”. Craso error, amigos... Propuse, en aquel momento, y continúo proponiendo: ¡que se queden todos!, pero en sus fastuosas casas y que no se candidateen nunca más a ningún cargo público.

Manuel-

jueves, 22 de julio de 2010

Quesería de nosotros

Soso tiene una despensita y quesería en la vereda de enfrente.
Soso, como su apellido lo sugiere, carece de gusto, humor y simpatía.
Aún así, cuando me quedo sin sal, pan o detergente recurro a Soso. Previa preparación sicológica que me permita sobrellevar un diálogo tan intrascendente como amorfo y tolerar, sin ponerme demasiado nervioso, sus múltiples y parsimoniosas maniobras destinadas a cumplimentar mis demandas, siempre mínimas.
Soso, un mal día, en cierto modo se auto encarceló, poniéndole de este modo la frutilla al desabrido postre de su existencia. Aquella fue una jornada oscuramente trágica para Soso, víctima de un robo.
Lo que se supo y comentó en la cuadra: un cliente, de paso, requiere un producto que Soso debe ir a buscar en la piecita lindante con el salón de ventas. Al regresar con lo solicitado, el cliente no está. Tampoco está la horma de queso Cáscara colorada, casi íntegra, que reposaba un minuto antes bajo una campana de vidrio, ubicada sobre el mostrador.
Soso acusó el impacto. Tomó la determinación de atender por entre los agujeros de la persiana metálica, estructurada por varillas de hierro entrecruzadas.
Seguramente el ladrón anda por la calle utilizando su libertad para planear nuevos golpes. Soso mira la calle desde su prisión voluntaria mientras aguarda a su clientela poco previsora. Recibe de una mano el dinero se aleja y regresa con el cambio y los 100 y 100 de paleta y queso de máquina prolijamente envueltos en un paquetito alargado y chato como su existencia de presidiario.
En mi cuadra su figura casi patética se volvió, ya, parte del paisaje. Si no fuera porque permanece siempre en su sitio, podría decirse que fue demasiado lejos con su actitud.
Y, sinceramente, cuando nos falta algo con urgencia en casa, la verdad, sin su indispensable despensa-cárcel, ¿qué sería de nosotros? ¿eh?.
Manuel-