El odontólogo Barreda, ya libre, ya sin esposa, suegra e hijas, marchó a instalarse en el domicilio de su actual novia.
No puedo dar fe de que sea cierto pero, me cuentan que, durante la mudanza, Barreda le susurró a su amada: -A partir de ahora "seremos felices y comeremos perdices"-.
Ella lo miró, parpadeó y con cierta timidez le respondió: -Me conformo con la felicidad, Ricardo. Prefiero prescindir de las perdices... no traigas la escopeta.
Manuel-
Uh, qué impresión. Esas cosas sí que me dan miedo en esta vida.
ResponderEliminarTrataré de ser más moderado. No quiero contrariar ni impresionar ya a más damas,viki.
ResponderEliminarLindo cuadro tu nueva foto de comentarios. Estaría bueno verlo ampliado. Gracias.
Ah, es que tengo nuevo blog yo tambien. Ahí muestro las cosas que hago, bolsos, gorros, chales,ponchos y lo que vaya saliendo.
ResponderEliminarIgual todavía no subí bastantes fotos.
Hobre, pero es que no tenés facebook??